Los ajustes neurológicos logran el ajuste de vertebras, articulaciones, órganos y vísceras logrando así una motricidad correcta.
Su función es la de reajustar todo el cuerpo, pero que sea el propio cuerpo quien lo haga sin la resistencia que a veces ponemos a otros tratamientos a la hora de ser manipulados.
Funciona de la siguiente manera; mediante el testaje se va comprobando las diferentes partes del cuerpo a corregir (cadera, coxis, vértebras, huesos de la cara, el cráneo, clavícula, huesos del tórax, costillas, rotula, menisco, tibia, peroné, talón), después se estimula, o bien con el dedo o con un martillo neurológico. Ese estímulo manda una señal al organismo que lo interpreta y empieza un autoajuste del propio organismo equilibrándose a sí mismo.
Es importante destacar la importancia de esta técnica ya que tiene en cuenta las relaciones entre unas vértebras con otras, es decir, cuando una vértebra está afectada estará afectando a otras y esto originara una descompensación en distintas partes o sistemas pudiendo dar lugar a múltiples síntomas cuando en realidad es una única vértebra la que está dando mal las ordenes. Hablamos de vértebras, pero esto se aplica a órganos y vísceras también.